viernes, 3 de febrero de 2012

Evaluación de Competencias

La evaluación en la enseñanza aprendizaje está experimentando un cambio, o al menos, eso se plantea desde todos los enfoques teóricos.  Durante mucho tiempo la evaluación tuvo como finalidad  verificar o valorar un producto final, es decir, sólo se  llevaba a cabo la calificación para identificar si el estudiante había aprendido o no un objetivo al concluir un proceso educativo, sin prestar atención a sus propios avances y su proceso de aprendizaje.  Esta forma de evaluar  es la que está en cuestión, es decir, se propone pasar de una mirada cuantitativa – valoración- a un enfoque cualitativo – evaluación- donde la atención esté puesta en la enseñanza – aprendizaje y donde  la evaluación sea parte integral de dicho proceso.
Estos cambios no sólo afectan la evaluación educativa, sino más bien a todo el proceso enseñanza - aprendizaje – evaluación y  tienen por objetivo mejorar las prácticas docentes para contribuir a la formación y preparación de otro tipo de estudiantes.
¿ Qué tipo de estudiantes ?
Estudiantes más reflexivos que se adapten al cambio constante que experimenta nuestra sociedad. Estudiantes que sean generadores de sus propios conocimientos, con mirada crítica y reflexiva. Estudiantes colaboradores en su proceso de formación.  Todo esto se resume en la nueva tendencia educativa que tiene como finalidad la formación de estudiantes por competencias.
Esta nueva mirada tiene como objetivo central la preparación y formación de estudiantes con conocimientos, saberes, destrezas y actitudes que les permita enfrentar los tiempos de cambio y que estos aspectos sean perdurables en el tiempo.  Es aquí donde la formación por competencias cumple un rol fundamental, ya que es la que permitirá desarrollar dichas exigencias.
En este contexto la evaluación cumple un rol fundamental ya que es la llamada a “comprobar” si los estudiantes adquieren o no las competencias establecidas. Pero para lograr esto se debe revisar o proponer instrumentos que permitan esa comprobación.
La propuesta debe ser un instrumento que realice una evaluación continua, no lineal y que contemple todos los avances que pueda experimentar un estudiante.
En esta dirección parece que los instrumentos que existen hasta el momento tienen puesto el foco de atención en una evaluación acreditativa, punitiva y que no permite el feedback. En cambio la nueva propuesta nos invita, principalmente, a evaluar formativamente ya que de esa forma los estudiantes podrán adquirir estas competencias que la educación actual se propone.
Elena Barberá, en su publicación en la revista Venezolana de Educación (Educere) nos propone el portafolio como instrumento para identificar si se logran dichas competencias. Allí sostiene:
Uno de estos instrumentos que en el contexto educativo está experimentando un notable aumento en su utilización como sistema de enseñanza, aprendizaje y, sobre todo, de evaluación es la práctica del portafolio. Esta práctica es un indicador de la búsqueda de mejoras en el contexto educativo y responde a la intención de subsanar algunas de las deficiencias cruciales en los sistemas educativos tradicionales más inmovilistas (Wiggins, 1992) centrados en el desarrollo de un conocimiento más estático y enciclopédico que en un conocimiento flexible de tipo condicional (Paris y cols., 1983)”.
La propuesta de portafolio que nos plantea Elena Barberá es muy interesante ya que permite evaluar en forma recursiva el proceso enseñanza aprendizaje (ida y vuelta); permite agregar aspectos cualitativos; es dialógica porque incorpora miradas del estudiantes y el profesor sin exclusiones; permite la reflexión de los estudiantes y el profesor  que redunda en la mejora de aquellos objetivos no alcanzados; es transdiciplinar debido a que puede ser confeccionada y evaluada desde muchos enfoques de la educación; es auto-organizadora ya que permita que el estudiante pueda ir creando su propio conocimiento y modificándolos de acuerdo a las observaciones y sugerencias que se dan en el trascurso del proceso.
Sin embargo es poco utilizada, y uno de los motivos es la gran cantidad de tiempo que se necesita para su evaluación y retroalimentación con los estudiantes.
Ante esto cabe preguntarse : ¿ Es la falta de tiempo el motivo principal del escaso uso del portafolio?.
Desde mi punto de vista, el factor tiempo es fundamental, pero existe otro punto que resulta interesante analizar.
Se pide utilizar el portafolio como instrumento para medir competencias en la educación porque éste reúne las características suficiente para hacerlo.  Sin embargo, quienes lo utilizan  no tienen una formación por competencias, por lo tanto, resulta ineficaz pedir que se generen instrumentos con condiciones de integración de saberes cuando quienes los deben confeccionar no tienen la capacitación o formación que ello requiere.  Quizás no sólo es reticencia al cambio por parte del profesorado, que de hecho existe, sino también la falta de herramientas para poder confeccionar portafolios que evalúen aspectos tan complejos como las acciones de los estudiantes y habilidades desarrolladas en cada proceso.  Es decir, el instrumento es muy válido para evaluar los saberes, actitudes y habilidades de los estudiantes, pero lo que está faltando en este puzzle es la forma de llevarlo a la práctica por quienes están a diario en el aula, los profesores.
Por lo tanto, en esta nueva era de la formación por competencias, donde el proceso de enseñanza aprendizaje está centrado en los estudiantes, la evaluación es pieza fundamental, pero se debe pensar cuáles son los instrumentos más apropiados para ello.
El portafolio puede ser un gran instrumento, pero hay que detenerse a reflexionar quienes lo utilizarán y cuál es el nivel de conocimiento y formación que poseen los profesores sobre este tipo de instrumentos. 
No basta con enseñar por competencias y evaluar esas competencias con un portafolio, sino que debe existir un cambio generalizado en las instituciones educativas en la formación por competencias.  En otras palabras, profesores formados por competencias que eduquen por competencias y que puedan usar el portafolio para evaluar los logros de sus estudiantes, pero con la preparación suficiente para relacionar este instrumento con la formación por competencias.


                              Bibliografía

- Elena Barberá. La Revista Venezolana de Educación (Educere) v.9 n.31 Meridad dic. 2005

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