La evaluación en la enseñanza
aprendizaje está experimentando un cambio, o al menos, eso se plantea desde
todos los enfoques teóricos. Durante
mucho tiempo la evaluación tuvo como finalidad
verificar o valorar un producto final, es decir, sólo se llevaba a cabo la calificación para identificar
si el estudiante había aprendido o no un objetivo al concluir un proceso
educativo, sin prestar atención a sus propios avances y su proceso de
aprendizaje. Esta forma de evaluar es la que está en cuestión, es decir, se
propone pasar de una mirada cuantitativa – valoración- a un enfoque cualitativo
– evaluación- donde la atención esté puesta en la enseñanza – aprendizaje y donde
la evaluación sea parte integral de dicho
proceso.
Estos cambios no sólo afectan la evaluación
educativa, sino más bien a todo el proceso enseñanza - aprendizaje – evaluación
y tienen por objetivo mejorar las
prácticas docentes para contribuir a la formación y preparación de otro tipo de
estudiantes.
¿ Qué tipo de estudiantes ?
Estudiantes más reflexivos que se
adapten al cambio constante que experimenta nuestra sociedad. Estudiantes que
sean generadores de sus propios conocimientos, con mirada crítica y reflexiva.
Estudiantes colaboradores en su proceso de formación. Todo esto se resume en la nueva tendencia
educativa que tiene como finalidad la formación de estudiantes por competencias.
Esta nueva mirada tiene como
objetivo central la preparación y formación de estudiantes con conocimientos,
saberes, destrezas y actitudes que les permita enfrentar los tiempos de cambio
y que estos aspectos sean perdurables en el tiempo. Es aquí donde la formación por competencias cumple
un rol fundamental, ya que es la que permitirá desarrollar dichas exigencias.
En este contexto la evaluación
cumple un rol fundamental ya que es la llamada a “comprobar” si los estudiantes
adquieren o no las competencias establecidas. Pero para lograr esto se debe
revisar o proponer instrumentos que permitan esa comprobación.
La propuesta debe ser un instrumento
que realice una evaluación continua, no lineal y que contemple todos los
avances que pueda experimentar un estudiante.
En esta dirección parece que los
instrumentos que existen hasta el momento tienen puesto el foco de atención en
una evaluación acreditativa, punitiva y que no permite el feedback. En cambio
la nueva propuesta nos invita, principalmente, a evaluar formativamente ya que
de esa forma los estudiantes podrán adquirir estas competencias que la
educación actual se propone.
Elena Barberá, en su publicación
en la revista Venezolana de Educación (Educere) nos propone el portafolio como
instrumento para identificar si se logran dichas competencias. Allí sostiene:
“ Uno
de estos instrumentos que en el contexto educativo está experimentando un
notable aumento en su utilización como sistema de enseñanza, aprendizaje y,
sobre todo, de evaluación es la práctica del portafolio. Esta práctica es un
indicador de la búsqueda de mejoras en el contexto educativo y responde a la
intención de subsanar algunas de las deficiencias cruciales en los sistemas
educativos tradicionales más inmovilistas (Wiggins, 1992) centrados en el
desarrollo de un conocimiento más estático y enciclopédico que en un
conocimiento flexible de tipo condicional (Paris y cols., 1983)”.
La propuesta de
portafolio que nos plantea Elena Barberá es muy interesante ya que permite
evaluar en forma recursiva el proceso enseñanza aprendizaje (ida y vuelta);
permite agregar aspectos cualitativos; es dialógica porque incorpora miradas
del estudiantes y el profesor sin exclusiones; permite la reflexión de los
estudiantes y el profesor que redunda en
la mejora de aquellos objetivos no alcanzados; es transdiciplinar debido a que
puede ser confeccionada y evaluada desde muchos enfoques de la educación; es
auto-organizadora ya que permita que el estudiante pueda ir creando su propio
conocimiento y modificándolos de acuerdo a las observaciones y sugerencias que
se dan en el trascurso del proceso.
Sin embargo es poco utilizada, y
uno de los motivos es la gran cantidad de tiempo que se necesita para su evaluación
y retroalimentación con los estudiantes.
Ante esto cabe preguntarse : ¿ Es
la falta de tiempo el motivo principal del escaso uso del portafolio?.
Desde mi punto de vista, el
factor tiempo es fundamental, pero existe otro punto que resulta interesante analizar.
Se pide utilizar el portafolio
como instrumento para medir competencias en la educación porque éste reúne las
características suficiente para hacerlo.
Sin embargo, quienes lo utilizan no tienen una formación por competencias, por
lo tanto, resulta ineficaz pedir que se generen instrumentos con condiciones de
integración de saberes cuando quienes los deben confeccionar no tienen la
capacitación o formación que ello requiere.
Quizás no sólo es reticencia al cambio por parte del profesorado, que de
hecho existe, sino también la falta de herramientas para poder confeccionar
portafolios que evalúen aspectos tan complejos como las acciones de los
estudiantes y habilidades desarrolladas en cada proceso. Es decir, el instrumento es muy válido para
evaluar los saberes, actitudes y habilidades de los estudiantes, pero lo que
está faltando en este puzzle es la forma de llevarlo a la práctica por quienes
están a diario en el aula, los profesores.
Por lo tanto, en esta nueva era
de la formación por competencias, donde el proceso de enseñanza aprendizaje
está centrado en los estudiantes, la evaluación es pieza fundamental, pero se
debe pensar cuáles son los instrumentos más apropiados para ello.
El portafolio puede ser un gran
instrumento, pero hay que detenerse a reflexionar quienes lo utilizarán y cuál
es el nivel de conocimiento y formación que poseen los profesores sobre este
tipo de instrumentos.
No basta con enseñar por competencias
y evaluar esas competencias con un portafolio, sino que debe existir un cambio
generalizado en las instituciones educativas en la formación por
competencias. En otras palabras,
profesores formados por competencias que eduquen por competencias y que puedan
usar el portafolio para evaluar los logros de sus estudiantes, pero con la preparación
suficiente para relacionar este instrumento con la formación por competencias.
Bibliografía
Bibliografía
- Elena Barberá. La Revista Venezolana de Educación (Educere)
v.9 n.31 Meridad dic. 2005
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